Ya hemos vuelto de vacaciones. A la espera de tener un rato para sentarme a elegir unas fotos de Nueva York os contaré la anécdota fotográfica del viaje. Íbamos paseando por Nueva York, por el Soho más concretamente. De repente me paré a hacer una foto y mi mujer se quedó mirando a una especie de garaje / nave industrial / loft… no sabría decir qué. Digamos que era un «espacio», con un cartel en la puerta que ponía Levi’s Photo Workshop.

¿Y qué será eso? Pensé. Vamos a entrar a curiosear.

(Fotografía de Dave Pinter)

Nada más entrar, a un lado, una estantería llena de cámaras clásicas, muy clásicas.

(Fotografía de Dave Pinter)

Detrás, en una segunda estancia, un amplio espacio con un montón de Mac’s, ploters de impresión en gran formato HP, espejo para maquillaje, un gran estudio fotográfico con equipo de Profoto (algo así como el Rolls Royce de los equipos de iluminación) y cámaras Leica.

(Fotografía de Dave Pinter)

(Fotografía de Dave Pinter)

(Fotografía de Dave Pinter)

Creo que nos estamos equivocando de sitio. Es el momento de preguntar. Me acerco a un amable chico vestido con un peto Levi’s, así a lo granjero… «¿Y esto qué es?».

(Fotografía de Dave Pinter)

Muy amablemente me responde que es un lugar donde puedes utilizar todo el equipo que ves y disponer de él. Este lugar era un espacio de creación fotográfica, donde habría talleres, material y actividades para el desarrollo fotográfico. Un lugar de encuentro para aficionados y profesionales.

Todo esto suena muy bonito. Es precioso – pienso. Nueva York, un espacio creativo alucinante… vale… seguiré mirando porque esto debe costar un pico. Mejor me doy una vuelta y curioseo. Venga, Jesús, pregunta, no te cortes… «Perdone, ¿y cuanto cuesta alquilar esto para una sesión?». «Esto es gratis, puedes utilizar esta Leica de 40.000 dólares para tu sesión si quieres y podemos ayudarte en todo lo que necesites».

Primero miré a Elena y le dije «Elena, ve maquillándote». Luego pensé «Esto es el paraíso de los fotógrafos aficionados. Debo haber muerto y he ido al cielo, por eso todo es blanco».

A partir de ahí estuvimos aproximadamente 2 horas ocupando el estudio, mientras cantidad de curiosos iban, venían y se quedaban mirando. Will amablemente me explicó cómo utilizar la Leica S2 de 37 megapixels y el material Profoto y me ayudó a ajustar la iluminación a mi gusto. Uno, acostumbrado a material más terrenal, se sentía torpe, aunque a lo bueno uno se hace pronto. Elena, que es una santa, sonreía como nunca, saltaba y movía su pelo con una gracia un salero poco habitual en Nueva York. Y yo, feliz, disparaba.

Al final de la sesión copiamos las fotos en una tarjeta y seguimos nuestro camino, no sin antes pasar por el fotomatón del lugar. Allí te hacías unas fotos y las pinchabas en la pared, junto a otros cientos de fotos de neoyorkinos y turistas como nosotros que simplemente pasaban por allí.

Web oficial | http://workshops.levi.com/

Written by Jesús Rodríguez