Siempre he pensado que para hacer buenas fotos en la calle, sobre todo buenos retratos, se necesita un elemento muy importante. No es ningún aparato ni accesorio que se compre en ninguna tienda. Sencillamente lo que se necesita es valentía. Personalmente pienso que las fotos «robadas» con un teleobjetivo a la distancia son fotos de espectador, de un espectador que no se moja o que no tiene la suficiente valentía para acercarse y sentir más de cerca a las personas. A menudo estas fotos no me dicen nada, salvo contadas excepciones. Admito que no tengo lo que hay que tener para hacer esos buenos retratos urbanos y que me cuesta mucho superar esa barrera. Hay que estar hecho de una pasta especial para acercarse. Pero bien, imaginemos que tenemos el valor para acercarnos. Las personas no muerden, bueno… no todas.
Tenemos dos opciones. Una es acercarnos y hablar. Pero ¿qué decir?
«Hola… mira… es que te estaba viendo a la distancia, y verás… es que me gusta tu aspecto extraño. Tienes un peinado peculiar, no sé… te da un aspecto muy cool» ¿Muy cool? ¿He podido decir eso? Uy, mal, voy muy mal. Todo sea dicho, ésta es una conversación que hay en mi imaginación. Gracias a Dios nunca le he dicho a nadie que es muy cool.
Hay personas con un gran don de gentes. Envidio a esas personas que son capaces de acercarse a cualquiera y preguntarles cualquier cosa, que son capaces de empatizar con los demás y finalmente hacer que la persona se sienta cómoda como para sacarles una foto. Eso es muy difícil y para mí es lo que más mérito tiene.
La otra opción es sencillamente echarle morro. Acercarte a las personas, disparar y seguir caminando, sin darles tiempo a procesar que les acaban de hacer una foto. Te tacharán de loco, seguro, te mirarán raro, e incluso te tocará correr en alguna ocasión. Las fotos obtenidas de esta forma serán diferentes a cualquier otra foto. Como referente de este tipo de fotografía encontramos al fotógrafo de la agencia Magnum Bruce Gilden.
Alucino por cómo trabaja. Este señor va por la calle con una cámara y ¡un flash! en mano, disparando al personal a bocajarro y cuando menos te lo espera ya te ha hecho una foto. Los resultados obtenidos serán totalmente diferentes, lógicamente, que si te paras y preguntas. Creo que el truco está en seguir andando, y no dar opción a la gente a pararse a pensar.
Pues a mi parecer el robado debería ser ilegal y perseguido. ¿Con qué derecho va alguie y me hace una foto ¿Dónde está mi derecho a la intimidad?
¿Que me quieren hacer un robado? Que lo hagan y después me enseñen la foto y me den la opción a borrarla o dejarla.
Un amigo mío fotógrafo, hace robados pero siempre termina regalando una sonrisa a modo de agradecimiento y disculpa por hacerle la foto «sin consentimiento» cuando la gente se le queda mirando con cara de «y este qué hace?», así la gente se relaja y no le importa tanto que les robes una foto.